25 de septiembre de 2009

Una vez más, gracias.

El único que te recibía siempre feliz.
El único que siempre quería jugar.
El que al cerrar las ventanas lo escuché tantas veces jadear de tanto ladrar.

Siempre independiente y obediente.
Leal y fiel compañero que me levantó el ánimo muchas veces moviendo su cola de un lado a otro con el juguete más sucio que pudiera tener dentro del hocico.

Me recibía y me despedía todos los días al entrar y salir de la casa con su asqueroso juguete en el hocico esperando que corriera detrás de él para quitárselo, lo cual hicimos mil madrugadas cuando yo llegaba de cualquier lugar, siempre había motivo para jugar, o no, que era mejor aún sentir el contagio de ser feliz y jugar sin razón.

No hubo sábado que no estuviese a la par mía de un extremo a otro de la casa.
No hubo un día en el que le faltara compañía.
No hubo un almuerzo familiar en el que él no estuviera al lado de la mesa, echado, esperando que alguien dijera “tome” para que se levantara y moviera su cola como si fuera a volar de la felicidad.

Inteligente y atrevido hizo lo que quiso en ésta que fue su casa.
Su cola delatora siempre nos decía “estoy bien”, “juguemos”, “te quiero”, “quiero pasear”, “perdón”… Nos hizo tomar noción de la importancia de la lealtad y el amor, la entrega y dedicación.
Hasta el último jadeo me miró directamente a los ojos sin dejar de mover su cola, mientras le dije que ya el dolor iba cesando. Su cola no paraba de alentarme y con pocas fuerzas la movía diciéndome “gracias”, “te quiero”.

Fue amado por una familia a la que él se entregó desde cachorro hasta su último día.

Gracias Krusty.

1 comentario:

  1. :( que triste!!! Pero la vida está llena de pérdidas, de eso se trata todo!!

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